Estos días, la mítica actriz Meryl Streep se encuentra en Oviedo, donde ha acudido para recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes. En el marco de las actividades del evento, mantuvo una charla con Antonio Banderas donde se explayó a gusto sobre numerosos temas, relacionados con su biografía pero también con lo divino y humano.
En la charla, Meryl reconoció que su intención era ser abogada, y no actriz, pero que cambió de idea cuando participó en una obra de teatro en el instituto, llamada The Music Man. Dijo a Antonio, "Me enamoré de ello. Al final todo el mundo se levantó y aplaudió, y entonces supe de verdad que era lo que quería hacer".
Habló sobre sus padres. Al padre le encantaba tocar el piano, aunque era un hombre de negocios, pero le encantaba el arte, poder componer su propia música. Su madre los despertaba a ella y a sus hermanos unas dos o tres veces al año y les decía, "este es tu día, no tienes que ir a la escuela, vamos a ir a Nueva York, a ver teatro".
Reconoció que, al principio, ser actriz le parecía una tontería, algo frívolo e incluso vanidoso. Pero al llegar a los veinte años empezó a comprender el valor de aquello. Durante su etapa universitaria, se fue a vivir a una comuna en Vermont después de graduarse, porque quería escapar del militarismo de la izquierda que sentía alrededor. Añadió, "Cuando empezamos a ofrecer obras de teatro a gente de pueblos pequeños, sentí la conexión y pensé que era algo que quería tomarme en serio, entonces pedí plaza en varias escuelas de arte dramático. No tenía dinero, así que me pagué los estudios trabajando de camarera y por las noches participaba en obras de teatro."
Como se puede ver, le da una gran importancia al teatro, de hecho, cuando Antonio Banderas le preguntó sobre cómo la inteligencia artificial podría afectar a los actores, ella dijo contundente que "se debe volver al origen, al teatro, para ver a los actores en vivo y en directo, ahí sí que la inteligencia artificial no tiene ninguna opción".
Meryl todavía no está acostumbrada a la fama. La lleva muy mal, incluso le aterroriza. Cree que hay mucha gente que quiere ser actor o actriz por la fama, pero desde luego ella no.
Para ella, la idea de fijar impuestos fuertes a los multimillonarios es muy buena, porque gracias a eso se ha podido dar salida a muchas películas que, de otra forma, nadie habría financiado por tacañería.
Respecto a las protagonistas femeninas, declaró, y cito textualmente: "En la literatura, como mujeres y niñas, estamos acostumbradas a identificarnos con protagonistas que son hombres, las niñas y mujeres no quieren ser Wendy o Campanilla, sino Peter Pan, porque es más interesante, pero a los hombres no les ocurre lo mismo, por eso les gustó tanto cuando vieron a la protagonista de El diablo viste de Prada, porque yo hacía de jefa, tenía responsabilidades empresariales e intentaba sacar adelante el negocio".
Según dijo, cuando era joven, le bastaba con leer el guión una sola vez para aprenderse todos los diálogos, porque tenía una memoria prodigiosa.
El personaje más difícil de interpretar para ella fue el de Kramer contra Kramer, porque la película estaba basada en un libro que apareció en los albores del movimiento por los derechos de la mujer, y en la película obviamente ella es la mala, al abandonar la familia. Añadió, y vuelvo a citar textualmente, "Yo sabía que faltaba algo en el guion. Gracias a la generosidad del director y de Dustin Hoffman, me dejaron hacer mi alegato en el tribunal y hablar por esta mujer que necesitaba marcharse o si no tendría un brote psicótico."