Donald Sutherland, uno de los actores más importantes de la historia del cine, ha fallecido en Miami a los ochenta y ocho años, el veinte de junio de dos mil veinticuatro.
Su carrera habla por sí sola. Participó en más de ciento cincuenta películas y programas de televisión. Y además, con realizadores y actores del más alto nivel, como Federico Fellini, Marlon Brando, Robert de Niro o Gerard Depardieu.
Supo interpretar de manera brillante a personajes de todo tipo: Desde el tererible Atila de Novecento, hasta el Presidente Snow en la franquicia de Los Juegos del Hambre. Precisamente sobre éstas películas declaró que llegó a trabajar en ellas por la insistencia de su asistente. Dijo que era muy joven, e insistía en pasarle propuestas innovadoras. Que, cuando leyó el guión no se enteró de mucho, e incluso llegó a pensar que se trataba de una película de dibujos animados. Posteriormente, aceptó porque pensaba que sería útil para hacer reflexionar a la juventud a la hora de decantarse en los votos. Pero que está claro no sirvió para ello.
Y fue precisamente antes de empezar a rodar Los Juegos del Hambre que se reconcilió con su hijo Kiefer, con el que mantuvo poco contacto durante años. Lo hicieron mientras rodaron juntos el western Forsaken, donde interpretaban a un padre e hijo que se reconciliaban y dejaban atrás viejas heridas.
Donald nunca fué de divo y estrella, pese a llegar a ser uno de los actores más prestigiosos del mundo. En este sentido, el periodista Robbie Collin recordó, con motivo de su fallecimiento, una anécdota que refleja la personalidad del mítico actor. Pudo entrevistarlo en dos mil quince, pero justo cuando estaba en el mejor momento, hablándole sobre la relación con su hijo, un relaciones públicas irrumpió y le cortó la entrevista.
Días después, Robbie recibió un misterioso correo electrónico, de un tal Frank Racette. Resulta que era Donald Sutherland. Utilizó ese pseudónimo por su viuda, la actriz también canadiense, como él, Francine Racette. Y le envió a Robbie un extenso correo hablándole del tema que había quedado pendiente, tratando sobre Los Renegados y la paternidad, también sobre su relación con Federico Fellini. E incluso le adjuntó una fotografía suya con su hijo Kiefer, juntos en el set de rodaje.
Robbie le había preguntado en la entrevista sobre si acaso podía sufrir un efecto de bola de nieve, por haber interpretado a tantos personajes importantes en su carrera. En el correo electrónico, Sutherland le dijo, y cito textualmente: "Con respecto a la experiencia después de todos estos años, es similar a los asuntos de Casanova. Cada vez que se enamoraba, y lo hacía mucho, era la primera y la última vez. Nunca antes había estado enamorado".
Nació el diecisiete de julio de mil novecientos treinta y cinco. Fue en mil novecientos sesenta y tres cuando empezó su carrera cinematográfica. Primero, rodando películas de terror de serie B. Su primera gran oportunidad llegó con Robert Aldrich y los Doce del patíbulo. Él mismo siempre dijo que aquella breve aparición lo cambió todo y le abrió las puertas de Hollywood. Resulta que, mientras rodaban, uno de los actores le dijo a Aldrich que tenía problemas con una escena. Entonces, el director se giró y le dijo a Donald: "Tú, el de las orejas grandes, lo haces por él". Ni siquiera sabía el nombre del actor, aunque era uno de los doce del título.
Después de aquella película, todo su entorno empezó a decirle que sería mejor hacer las maletas y marcharse a California. Él estuvo reacio durante algún tiempo, porque no tenía dinero. Pero entonces Christopher Plummer terminó de convencerlo, prestándole dinero para el viaje. Por cierto, la mudanza fue un suplicio. Durante el trayecto en avión, su hijo Kiefer fue vomitando en su regazo. Al aterrizar, los policías lo miraron raro y le preguntaron si acaso tenía previsto quedarse mucho tiempo en Estados Unidos.
Ya en América, tuvo la gran ocasión con Robert Altman. Durante el rodaje de M.A.S.H., todo resultó en chapuza e improvisación. El propio Donald contó cómo iban improvisando los diálogos de la película sobre la marcha, sin atender a ningún guión. En cada toma soltaban frases diferentes. Y, aún así, la película obtuvo el Oscar al mejor guión. Sutherland bromeaba diciendo que debieron darle el Nobel al editor de sonido por su excelente trabajo.
Pero, ¿por qué sus hijos, Kiefer, Roeg, o Angus Redford, tienen nombres tan extraños? Pues resulta que son los apellidos de algunos de los directores con los que trabajó. Kiefer, por Warren Kiefer; Roeg, por Nicolas Roeg; Rossif, por Frédéric Rossif; y Angus Redford, por Robert Redford.
Al propio Angus quiso llamarlo a secas Redford, pero todo su entorno le bombardeó con que ni se le ocurriera, porque no se le podía poner ese nombre a un bebé. Por eso, al final, le añadió primero el Angus.
Pese a su impresionante filmografía, rechazó la oportunidad de "Perros de Paja", el clásico de Sam Peckinpah que acabó prortagonizando Dustin Hoffman. También Defensa, cuyo papel acabó siendo para Jon Voight. Sin embargo, nunca se arrepintió de ello, porque fue precisamente en esa época cuando conoció a su esposa Francine.
21/06/2024
BREVE RECORRIDO EN LA VIDA DE DONALD SUTHERLAND
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