Después de más de cinco décadas de trayectoria profesional, desde que diera sus primeros pasos en 1970, Mayra Gómez Kemp anunció a mediados de abril en el programa El Faro de la Cadena Ser que tenía previsto retirarse definitivamente de la vida pública.
De hecho, aquella iba a ser su última entrevista. Pero finalmente, ha decidido que fuera en el programa Mañaneros, presentado por Jaime Cantizano.
Mayra fue diagnosticada de cáncer en dos ocasiones. La primera vez en dos mil nueve, y la segunda en dos mil doce.
A sus setenta y seis años, cree que su difunto marido, Alberto Berco, con el que se casó en mil novecientos setenta y tres y falleció hace casi tres años, estaría muy orgulloso por su alta oncológica.
Resulta que todo empezó en una visita al dentista. Él le recomendó hacerse una biopsia, tras comprobar que tenía una llaga en la lengua.
Mayra advierte a todo el público que está completamente arrepentida de fumar. Dijo, y cito textualmente, "es lo peor que se puede hacer en este mundo". De hecho, los médicos le confirmaron que ese primer cáncer de lengua, y el de garganta y cuello que le detectaron posteriormente en dos mil doce, eran indudablemente consecuencia de haber sido fumadora.
Ella siempre ha querido hablar sin tapujos sobre la enfermedad, porque cree que así puede ayudar a otras personas que se vean en una situación similar. Dice que de esto se sale, que se sobrevive, y se pueden hacer cosas pese a padecerlo.
Sin embargo, sí que reconoce que ha afrontado serios obstáculos. Sobre todo para las comidas, dice que lleva meses viviendo a base de batidos de proteínas, y que tuvo que aprender a comer de nuevo.
Respecto a su trayectoria profesional, cree que ya es momento de retirarse. Se muestra satisfecha de los logros obtenidos, y quiere sin ninguna duda estar tranquila en su casa.
Eso sí, afirma que le gustaría poder enseñar a otros su experiencia, algo así como darles clases, pero que como no puede, pues se conforma con la retirada.
Jaime Cantizano recordó cómo de pequeño ella fue una figura de referencia para su deseo de ser presentador, cuando la veía en el un dos tres.
Mayra recordó cómo en su primer programa estaba tan nerviosa que le temblaba todo. Estaba incluso sujetándose las manos. Dice que solo de pensar que le podían estar viendo veinticuatro millones de personas la ponía al borde de un ataque.
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