Penélope Cruz es hoy día una de las actrices más demandadas por los grandes realizadores a nivel internacional. Con una trayectoria de décadas, tanto en español como en inglés, destaca sobre todo por la forma en que transmite emociones fuertes y complejas.
Lejos del glamour de la alfombra roja y los grandes escenarios, lo cierto es que Penélope ha tenido alguna que otra tensión en sus rodajes, por ejemplo cuando le propusieron rodar la película sobre la vida de Ferrari, ya que entra en pánico al pensar, o imaginar más bien, una cosa.
Y es que siendo muy niña, una mañana normal y corriente en Alcobendas, cuando iba con su madre y su hermana al colegio, resulta que fue testigo en primera línea de cómo atropellaban a su hermana. Ella misma ha explicado en varias entrevistas cómo se le quedó grabado que llevaba un abrigo de color rojo, y cómo sintió que en ese instante el tiempo se detuvo, se quedó como congelado.
Mónica Cruz perdió el conocimiento, pero sobrevivió. Sin embargo, para Penélope su vida cambió para siempre desde entonces. Se quedó completamente traumatizada y empezó a evitar por completo los automóviles.
¿Su trastorno? Amaxofobia. Las personas que lo padecen tienen un miedo intenso y muy persistente a conducir un vehículo. Cuando se suben en el asiento del conductor, empiezan a experimentar ansiedad, sudoración, temblores e incluso taquicardia.
La amaxofobia se puede tratar, a través de medicaciones o terapias. Hace muchos años que Penélope asiste a terapia no sólo para tratar esto, sino también porque tiene problemas para gestionar las emociones fuertes de numerosos personajes que ha interpretado. Necesita de alguna manera poner perspectiva y no empatizar demasiado con ellos.
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